En los talleres de Creatividad [antiguamente, 'para la innovación', ahora de 'Creatividad al Instante'] introduzco a los alumnos en el uso deliberado de las analogías en la resolución inventiva de problemas. Una analogía es, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una relación de semejanza entre cosas distintas. A diferencia de lo que ocurre con la metáfora, con la que está estrechamente relacionada, en la analogía esta comparación se hace explícita.
La esencia de la analogía es entender una cosa en términos de otra. George Lakoff, del que he hablado en otras ocasiones, afirma que la mayor parte de nuestro sistema conceptual normal está estructurado metafóricamente, es decir, la mayoría de los conceptos se entienden parcialmente en términos de otros conceptos. Por ejemplo, para muchas personas en nuestra cultura el amor es "como un viaje". Esa analogía sintetiza, al tiempo que define, una forma de entender una relación sentimental que es muy distinta de la de aquel que considere el amor como "una obra de arte en colaboración".
Desde un punto de vista práctico, esto significa que la analogía es un instrumento con el que podemos obtener una nueva visión de una situación o problema. Las analogías no habituales pueden proporcionarnos una nueva comprensión de nuestra experiencia. Pensad por un momento en lo que consiguió el Dr. Goldratt con la analogía "una organización es como una cadena". Si una organización es como una cadena, entonces debe haber un eslabón más débil, etc. Ya conocéis el resto.
Pero... ¿Qué tiene todo esto que ver con las pelotas de ping-pong en la piscina?
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