El pasado 25 de marzo el periódico El País publicaba un artículo de José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, que con el título "El 'triángulo del conocimiento', base firme para el crecimiento y el empleo", presentaba sus tesis sobre las claves para impulsar la productividad en la UE. El artículo comienza con una queja que muchos de nosotros compartimos - el que "la libre circulación de conocimientos científicos no tiene la dimensión de otras épocas".
Coincido con la identificación del síntoma, pero no comparto su diagnóstico de las causas, que es, como mínimo, incompleto. Durao omite un espinoso tema sobre el que la comunidad científica debate intensamente en estos momentos - la necesidad de que el conocimiento sea libremente accesible, al menos en aquellos casos en que sus descubridores los ceden al mundo sin recibir compensación económica alguna - es decir, en la enorme mayoría de ellos.
En definitiva, lo que se está cuestionando es el modelo de negocio defendido por las grandes compañías editoriales de prensa científica - tipo Elsevier, Kluwer o Springer Verlag. La alternativa que se plantea al pago por acceso se denomina Open Access - una estrategia obligada, si queremos asegurar la continuidad del progreso científico-tecnológico.