De entre los cientos de tradiciones anglosajonas que hemos ido importando en las últimas décadas, la de fijar propósitos para el nuevo año es de las que más nos sorprende, ¿no es cierto? Perder peso, hacer más deporte, aprender inglés o salir más aparecen año tras año en las listas de la gran mayoría de nosotros. Los que son fumadores añaden, por supuesto, lo de dejar el vicio. Conozco poquísimas personas que hayan conseguido llevar a cabo los objetivos que se fijaron a principios de año, lo que no quiere decir que no conozca a personas que hayan abandonado el hábito de fumar, perdido peso o ampliado su círculo de amistades. Lo que digo es que a veces me parece que basta con proponérselo en estas fechas para que automáticamente nos rebelemos contra cualquier objetivo.