Un emprendedor debe enfrentarse, desde el mismo momento en que concibe su idea de negocio, a una enorme incertidumbre. Todos lo hacemos, en mayor o menor medida, en nuestro trabajo, en nuestras vidas, lo sé. Especialmente en estos momentos. Aún así, creo que pocas situaciones son comparables a las de empezar un nuevo proyecto empresarial, especialmente si se trata de uno particularmente innovador. La cantidad de aspectos que no controlas llenaría bibliotecas enteras.
¿Cómo nos enfrentamos a la incertidumbre? No me refiero al manejo psicológico de una situación desconocida [eso lo trataremos en otro momento, con la ayuda del Buda o, en su defecto, del Prozac], sino a los aspectos relacionados con la toma de decisiones. Enfrentados al desconocimiento de, por ejemplo, el número de competidores en el mercado al que nos dirigimos, ¿Qué hacemos?. Medir. Medir, es lo que hacemos. Si algo se muestra de alguna manera, encontraremos la forma de medirlo. No importa lo confusa que sea la medida, seguirá siéndo útil si te dice más de lo que sabías antes.
Todo puede medirse, no me cabe duda, pero también es cierto que toda medida tiene un coste, así como toda la información que obtenemos en el proceso de medida, tiene un valor. Claro que el coste de medir y el valor de la información obtenida no son directamente proporcionales [la mayor parte de lo que se mide en las empresas no tiene apenas valor para el negocio, pero eso ya lo sabiáis]. Y la mayor parte de los emprendedores comienza con recursos que siempre parecen escasos. Costear una carísima [todas lo son, creedme] investigación de mercado no suele estar al alcance de cualquiera.
Afortunadamente, muchas veces no es necesario. A veces, una estimación razonable es todo lo que necesitas para seguir adelante.
Enrico Fermi, Premio Nobel de Física, uno de los grandes científicos del siglo XX, conocía muy bien el valor de una estimación. Solía sorprender a sus alumnos de la Universidad de Chicago planteándoles preguntas "absurdas", sobre temas de los que no tenían apenas o ninguna información, que exigían una respuesta cuantitativa aparentemente imposible de encontrar. La más famosa de estas cuestiones, denominadas precisamente "Cuestiones Fermi", es la que te pide estimar el número de afinadores de piano que hay en Chicago. Estas preguntas deben responderse sin ningún apoyo externo, es decir, sin libros, apuntes, chuletas, sin realizar ninguna consulta [nada de Google!] y, por supuesto, sin calculadora o tan siquiera papel o bolígrafo. En los USA son muy comunes las competiciones escolares, desde primaria a la Universidad, basadas en cuestiones Fermi [¿Has oído eso, Aníbal?]. Y es bien sabido que empresas como Microsoft llevan años utilizando este tipo de cuestiones en sus procesos de selección.
Otras cuestiones de este tipo podrían ser: ¿Cuántas gasolineras hay en España?; ¿Cuántos toneladas de comida se consumen en Madrid cada día?; ¿Cuántos pisos desocupados hay en Bilbao?, etc. En todos los casos, hay que responder con una aproximación al valor correcto, expresada como un intervalo más o menos reducido de valores, dentro del mismo orden de magnitud [típicamente, una potencia de diez: 10, 10^2, 10^3, etc]. En algunas competiciones, la respuesta a una cuestión Fermi es el número del exponente de dicha potencia de diez [es decir, si estamos hablando del orden de 1000, que es 10 elevado a 3, entonces la respuesta sería 3]. Encontraréis algunos ejemplos adicionales en la Fermi Questions Library y otras páginas de la Red.
Las cuestiones Fermi nos enseñan cómo podemos estimar cosas que, a primera vista, parecen muy difíciles incluso como para intentar estimarlas siquiera. No es en realidad una medida, porque no está basada en observaciones nuevas. Es más una evaluación de lo que ya sabes acerca de un problema, hecha de tal forma que te permite continuar adelante. La lección para todos nosotros es que tenemos que evitar caer en el error de pensar que la incertidumbre relativa a un problema es impenetrable. En vez de sentirnos sobrepasados por ella, simplemente tenemos que empezar a preguntarnos qué cosas SÍ sabemos. Este enfoque permite a la persona que hace la estimación establecer unas bases para distinguir de dónde procede la incertidumbre asociada a la medida.
Soy un firme convencido de la utilidad de aprender a resolver este tipo de problemas cuando te estás planteando emprender. A menudo animo a mis tutorandos en la IE Business School a estimar, por ejemplo, el tamaño de mercado para un producto o servicio en una zona determinada de esta manera, sobre todo en los inicios de su aventura, cuando mayor es la incertidumbre, particularmente con relación a la viabilidad del proyecto.
En una próxima entrada daré algunas indicaciones a la hora de enfrentarse con este tipo de cuestiones.
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