Es por todos bien conocida la parábola de los tres canteros que, al ser interrogados por un curioso por lo que estaban haciendo, respondieron como sigue: el primero, con un semblante hosco, pareciere que malhumorado, que estaba "tallando una piedra"; el segundo, que "ganándose el jornal"; el tercero, al fin, contestó, visiblemente animado, que "construyendo una Catedral". De esta versión de la historia la mayoría deduce que debemos aspirar a ser como el tercer cantero, por ser el que da a sus actos un significado más sublime.
Error.
El más feliz de los tres canteros es el primero de los interrogados. Este hombre ha hecho de su trabajo, más que un arte, su Tao. Para él la piedra es un fin en sí mismo. Mientras utiliza el cincel, mientras golpea con el martillo, este hombre se olvida de sí mismo hasta el punto de que es incapaz de distinguir, en su conciencia, su ser del de la piedra. Durante su trabajo, no piensa en familia o en catedrales. De hecho, no 'piensa'. El caudal de su conciencia fluye de forma ininterrumpida, sin los obstáculos del Ego. Cuando por fin se aparta de la piedra, la sola visión de ese bloque tallado transforma al observador. Este hombre sigue los pasos del Buda Sakyamuni, de Bodhidarma, del mismísimo Csikszentmihalyi. Es un Maestro, un Iluminado. Aquél que escoja como aprendiz podrá considerarse afortunado.
El segundo hombre trabaja por su familia, a la que ama más que todas las cosas. Ese amor impregna todo lo que hace, todo, hasta esa piedra que golpea durante horas. Piensa en el dinero con el que podrá comprar pan, carne o fruta para sus hijos, tal vez, incluso, algún detalle para su mujer. Imagina su cara, la sorpresa inicial, la alegría de su sonrisa, el agradecimiento en su mirada al descubrir esa pequeña sortija, ese colgante o el pañuelo que tanto le gustaba. Después de un momento, vuelve de nuevo a su trabajo, con fuerzas renovadas. Es un hombre modesto, sin ambiciones, pero buen trabajador. Y feliz. Su hijo aprenderá de él este oficio y lo aprenderá bien.
El tercer hombre iba de tripis, que en aquella época se encontraban bajo la forma de grandes hogazas de pan preparado con cereales contaminados con Claviceps purpurea. Alucinaba con Catedrales, cuando el encargo era para reparar el muro de un viejo convento. Delirios de grandeza, una psiquis frágil... combinan mal con los alucinógenos, por muy natural que sea la fuente. Saltó ese mismo día desde el andamio, ante el horror de las monjitas, creyéndose paloma o gavilán, vaya ud. a saber. Por desgracia sólo se partió los piños.
Philippe, ya sabes, los humanos somos fabuladores natos! Con todo, sigue gustándome más mi versión... que por cierto también te asegura que te quedas con la de las tetas más grandes :-)
Posted by: Mario | 06/22/2009 at 06:55 PM
hemmm... nuestro hombre, el de las tres pretendientes, simplemente eligió a la que tenía las tetas más grandes (perdón por la ordinariez).
A veces, analizamos mucho y resulta que las personas y sus expectativas, son mucho más simples de lo que pensamos.
Posted by: PHILIPPE | 06/22/2009 at 05:33 PM
Philippe, qué bonita tu historia también, hombre... deja que adivine...
El hombre era un alto cargo civil de la revolución iraní, hombre de confianza del ayatolah Jomeini, que consiguió reunir en pocos años un gran poder e influencia.
Tenía pasta de sobra para quedarse con las tres mujeres, que era de hecho lo que tenía pensado hacer desde el principio. A la tercera de las esposas la puso al frente del hogar, para que lo gestionara con sensatez. A la segunda, que era un poco empalagosa para su gusto, le encargó el cuidado de los hijos nacidos en los tres matrimonios. Demostró ser una madre admirable [aunque un tanto consentidora, eso sí]. A la primera, pues... lo único que le pidió fue que siguiera cuidándose para él. Durante años la visitó por las noches, un día sí y el otro también, para... bueno, eso.
Y todos fueron felices y comieron perdices, hasta que al gilimierda del Ahmadineyad se le ocurrió dar un pucherazo electoral.
Posted by: Mario | 06/20/2009 at 02:59 PM
D. Telémaco, es ud. bienvenido a discrepar!
Lo de que la felicidad depende en gran medida de tus expectativas... totalmente de acuerdo, no creo que nadie te lo discuta. Pero en este caso es irrelevante, porque ya te lo estoy diciendo yo, no necesitas información adicional para determinar cuál es más feliz, porque es el primero! Ea, es mi interpretación de la p#t@ historieta de los c@j@nes! Y es que si alguien volvía a contarme el cuento, iba a cometer un tonticidio! Ahora simplemente les reenviaré a este post :-)
Por lo demás, estos tres afortunados individuos no tenían jefe, ergo, el resto de tu comentario no aplica.
Ay, Telémaco, tú y tus jefes... :-)
Posted by: Mario | 06/20/2009 at 12:14 PM
Vaya! me temo que discrepo.
Para saber cual es el más feliz nos falta información. Porque sería necesario saber cuales eran las expectativas de cada uno de ellos y compararla con lo que en su opinión hacen.
Si esperas ser un buen tallador de piedras y tú te consideras justamente eso, y los demás también te consideran eso, o incluso hacedor de catedrales, entonces serás feliz. Lo malo es cuando es justo al revés.
Pero si el jefe te exige que te impliques como si estuvieses haciendo catedrales a la hora de pedirte responsabilidades y luego cuando se trata de hablar de tus derechos sólo te concede los de tallador de piedras.....:(
Posted by: telemaco | 06/19/2009 at 08:45 PM
muy buen ejemplo de como según el punto de vista se puede juzgar las cosas de forma diferente.
Me recuerda la hostoria del hombre que tiene tres bellísimas e inteligentísimas pretendientes y le da $10,000 a cada una para que hagan lo que les parezca.
La primera lo gasta en ropa y artículos de belleza para estar guapa pàra ÉL, la segunda lo gasta en regalos para ÉL por que para ella ÉL es lo más importante de su vida, la tercera ahorra e invierte el dinero para su futura feliz vida con él.
¿A cual de las tres elige? (la respuesta es evidente)
Posted by: PHILIPPE | 06/19/2009 at 02:59 PM