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04/19/2007

Comments

Carlos Herreros

Me parece muy acertado utilizar "El dilema del prisionero" para entender algunas situaciones no solamente en organizaciones empresariales sino en otras sociales, políticas,etc. Yo mismo he utilizado "El dilema" para explicar la decisión del Presidente Aznar inmediatamente después del atentado del 11 de marzo, de no reunirse con Zapatero. "Si ha sido ETA, no quiero compartir con la oposición el efecto mazazo que va a producir en la ciudadanía", podría haber sido la línea de razonamiento. El problema es que, de no ser ETA, se pierden las elecciones.Yo creo que "El dilema" nos enseña a colaborar en algunas cuestiones esenciales( recordemos que la policía busca pruebas de un asesinato) aunque compitamos en otras muchas ( un prisionero podría haber ratificado a la policia lo que ésta ya sabía: mi colega es quien cometió el delito "menor".

Gabriel

Muy buena la comparación, pero creo que el punto que le falta al dilema del prisionero es la conclusión final. Me explico, la gracia es que buscando las ganancias individuales al final del día acaban en una pérdida colectiva. Eso es lo que pasa también en el caso real, que con una degradación de la convivencia (y no voy a entrar en quién hace qué, aunque este dilema del prisionero sea asimétrico) también sufre la democracia y el estado entero se tensiona.

Mario

Jo..., Jaizki, qué buena nube sería esa!!
Deja que le de unas vueltas ;-)

Mario

Telémaco, creo que el Respeto no sólo no sobra, sino que probablemente es una condición necesaria para vivir en sociedad... todos los maleducados de la historia - Jerjes, Gengis Khan, Hitler, etc - han terminado pagando por serlo ;-) De todas formas, habría que encontrar algo más, por si las moscas...

Jaizki

Magnífica entrada.

Por qué no empiezas a evaporar la nube de que los partidos políticos sean necesarios. Por que, si como yo creo, no lo son, entonces no hay que preocuparse por arreglar lo que de base no puede funcionar, si no por deshacerse de ellos.

Mario

Lula, efectivamente, ahí es a donde quería ir a parar. Creo que lo que observamos en la vida pública, esta guerra contínua entre los que nos "gobiernan" es un fenómeno análogo - a otra escala y con consecuencias mucho más graves - al de los "silos organizativos" en las empresas. Las guerras de poder de las que he sido testigo en algunas organizaciones clientes son en ocasiones tan "crispantes" como la que vivimos ahora, igual de sucias y dañinas. En una empresa cuentas con las métricas y los sistemas de incentivos/recompensa vinculadas a ellas para influir sobre el comportamiento de los gestores, pero en el caso de nuestros gobernantes y representantes, la única opción posible - y sólo a medias - es la de darles puerta con nuestro voto una vez cada cuatro años. Si los propietarios - accionistas - de una empresa tuvieran tan escaso control sobre la dirección de la empresa, ¿qué ocurriría? Pues que dependerían absolutamente de la buena fe de los Directivos.
Personalmente, desde el año 2005 sólo invierto en empresas en las que tengo una participación de control...

telemaco

¡Que buena pregunta! ¿Como alinear los objetivos de los partidos políticos con los intereses del estado y de la sociedad en su conjunto?.

Especialmente porque ya deberían estar alineados, y deberían tener una meta común (esa que todos dicen en sus discursos políticos de "El progreso del país respetando las libertades individuales...").

Y también deberían estar de acuerdo en las condiciones necesarias ("el respeto al medio ambiente y a los valores de justicia, paz, solidaridad, igualdad de oportunidades y cohesión social").

Sin embargo observamos como los partidos políticos anteponen una y otra vez sus objetivos particulares a todo lo demás y se dedican a focalizar la atención en lo que les diferencia.

Personalmente opino que la solución es el respeto a todos (incluso al que no está de acuerdo contigo en la forma de conseguir la meta), la buena educación y las buenas maneras.

Sin embargo escuche ayer por la noche a M.Rajoy que no esta de acuerdo con esto y que la falta de respeto no tiene la menor importancia. Yo le respeto pero no puedo compartir su forma de pensar (ni siquiera termino de creer que "esa" sea su forma de pensar)

Lula Towanda

Totalmente de acuerdo contigo. El objetivo de los políticos es perpetuarse en el poder y por tanto nunca buscarán el bien común, con talante o sin él.
Me recuerda este comportamiento a los ejecutivos de las empresas que lo único que les importa es conservar el puesto.

Creo que no hay remedio para ninguno de estos dos casos.

Mario

Tranquilo, Enrique, tú no serás troll nunca en este blog - todo lo más, un semiorco o así ;-) En fin, que te entiendo perfectamente y precisamente a eso me refería cuando hablaba de la estrategia de "demonizar" a la derecha, cuando es evidente que no todos los que votan a la derecha piensan igual, como tampoco lo hacen los que votan a partidos de izquierda.

De hecho, lo triste es que nos veamos reducidos a jugar esta especie de "derby" cansino ad aeternum, obligados a elegir entre un partido mayoritario de "derechas" y un partido mayoritario de "izquierdas", cuando está más que demostrado que la realidad social es mucho, muchísimo más compleja, más rica que todo eso. Para empezar, hay tendencias autoritarias tanto a un lado como al otro del espectro político, porque de hecho la dimensión liberalismo - autoritarismo corresponde a un debate político bien distinto del de "derecha o izquierda".

Y lo increíblemente triste ya es que nos hayan convencido para vestir sus camisetas y "sudarlas" como si nos fuera la vida en ello, cuando parece evidente que la clase política es... pues eso, una "clase" en sí misma, con sus intereses particulares, su propia agenda y el interés justo en las personas que representan.

Personalmente, estoy cansado de una pelea que, definitivamente, no es la mía.

Enrique

No quiero ser troll, pero los que votamos al PP estamos hasta los cojones de aguantar que los del otro lado pueden hacer lo que les salga de los cojones porque son demócratas y nosotros, hagamos lo que hagamos, no lo somos.

La realidad es justo la opuesta.

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